País insólito y un archipiélago extraordinario, lleno de bellezas naturales y personas increíbles. Su ubicación, al centro de las dos Américas lo ha beneficiado desde siempre. Punto de encuentro y conquista, Cuba ha sido refugio y fortaleza; amor y desamor; mezcla y unión de identidades que le tallaron el alma convirtiéndola en la tierra sorprendente que es hoy.
A ella arribaron indígenas, náufragos, corsarios, aventureros, idealistas, conquistadores, personajes que de alguna manera, llegaron para quedarse, muchos siguen arribando a sus costas, ávidos de hallazgos, contrastes y esencias. Muchas tierras se fundieron, culturas e idiosincrasias distintas y lejanas, formando una aleación multirracial que partió del blanco español y del negro africano y vino a ser complementado con un poco de chinos, franceses, haitianos, judíos europeos, dominicanos, indios y norteamericanos, que se integraron, socialmente al sabor de la cubanía más auténtica. El resultado de todo esto fue el cubano: un personaje singular y carismático. Abierto, espontáneo, alegre, soñador y lleno de esperanzas. El cubano es, por naturaleza, cálido, como las bienvenidas y Cuba es, un lugar ineludible de arribo, de estancia y de recuerdos indelebles. La Habana, su capital… una ciudad abierta al mundo, genuina y, desmedidamente, contrastante.
La Habana es encantadora e increíble: calles antiguas Y modernas; automóviles de los años cincuenta; edificaciones de hace 500 años, playas acogedoras, museos, galerías de arte, teatros, hoteles y aventuras ….
Capital de la República de Cuba, La Habana ha sido, desde su fundación, puerto de bienvenidas y partidas del mundo y hacia el mundo. Ciudad sin precedentes, conserva ese atractivo mítico e imperecedero que la convirtió en la más importante del reino de España en esta parte del orbe.
Su histórica zona, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, es tiempo pasado envuelto en el halo mágico del encanto detenido. Edificaciones militares y residenciales que marcaron hitos en los ya lejanos siglos XVI, XVII y XVIII, siguen mostrando la impronta de entonces: sus calles adoquinadas, sus musgos ancestrales, sus balaustradas y los arcos de medio punto que acrisolan los interiores coloniales descomponiendo los colores cálidos del Trópico. A ello se sobrepone, armónicamente, una Habana privilegiada por excelentes playas ubicadas al este de la ciudad, amplias avenidas, instalaciones destinadas a eventos y centros nocturnos.
Durante la colonia se le consideraba “La Llave del golfo y Antemural de las Indias” La Habana por su estratégica posición geográfica, era la ciudad más importante del reino de España en el nuevo mundo.
De tradiciones diversas vinculadas a leyendas apasionantes, la gente de La Habana inspira confianza y trasmite alegría. Desinhibido y con los sueños como guía, el habanero hace del hecho más insignificante un suceso para no olvidar. No hay como una velada a orillas de su litoral, sentado en el Malecón Habanero, compartiendo con los amigos o la pareja y ver la puesta del sol y aspirar la paz que transmite este legendario muro, indisolublemente ligado al alma de esta ciudad marinera y apasionada.
Con la llegada de la noche La Habana se transforma. Luces y personas se funden en una amalgama de colores y bullicio. Teatros, cines, discotecas y centros nocturnos forman parte de un espectáculo indescriptible. Y La Habana se torna especial, mostrándose musical y bailable, alegre y anfitriona de la diversión y el arte.
Y a la par del esparcimiento, se muestra al visitante una riqueza para saborear la Habana: bares, cafeterías y restaurantes, lugares con leyendas que atrapan, donde los tragos típicos y la comida criolla y estilizada aportan un dato más de esta urbe versátil y cosmopolita.
La Habana es realmente una ciudad para no perderse de nada, su música, su arquitectura, su cultura y su calor, es más bien una ciudad para vivirla con su gente, para beberla en sus mojitos y disfrutarla en su arte, es una ciudad para llevársela marcada en la memoria y en el alma.