La ciudad de Chichén-itzá (Chichén «boca del pozo» itzá «de los Itzáes» pueblo maya que habitaba estas tierras) fundada alrededor del siglo VI d.C. fue la más importante ciudad maya a nivel cultural, político y religioso del norte de la peninsula de yucatan en mexico, muy cerca de donde cayera el meteorito que diera fin a los dinosaurios milenios atrás.
En el siglo IX d.C. tras la invasión de Los Toltecas pueblo mayormente guerrero, en Chichén-itzá se fundieron muchos de sus aspectos culturales y religiosos, uno de los más representativos fue la veneración al dios serpiente «Kukulcán» que diera nombre a la ahora famosa pirámide y nueva maravilla del mundo. La ciudad de aproximadamente 30 kilómetros cuadrados se dividía en el centro ceremonial y político de unos 8 kilómetros cuadrados rodeados por palacios finamente decorados y pintados con colores brillantes donde vivía la casta real, el total de la población rondaba los 100,000 habitantes, muy cerca del siglo XIV la ciudad fue totalmente abandonada sin una razón determinada, solamente II siglos antes de la llegada de los españoles al nuevo mundo.
La estructura principal del complejo es El Castillo o Pirámide del dios Kukulkán «La serpiente emplumada», con una base de 60 metros por lado se eleva hasta una altura de 24 metros, alcanzando así la terraza que sostiene el templo que levanta sus muros ocho metros más. Cada frente de la pirámide cuenta con una escalera de 91 peldaños, que por sus cuatro lados más la plataforma superior suman 365, la misma cantidad de días que tiene nuestro calendario actual. Al final de la escalera se encuentran dos inmensas cabezas de serpiente que durante los equinoccios de primavera (21 de marzo) y de otoño (22 de septiembre), el efecto de las sombras de la escalera y los brillos de la luz solar nos muestran el espectacular descenso del dios Kukulcán a la tierra.
En 1930, se comprobó la existencia de una pirámide interna, la cual guardaba una impresionante estatua de Chac Mool el dios de la agua y la lluvia creada en piedra con finas incrustaciones de hueso la cual guardaba una escultura de un jaguar tallado en una sola pieza de piedra pintada de rojo sangre con las fauces abiertas y los ojos de jade.
Esta pirámide así como las demás estructuras aledañas nos habla de la gran capacidad de los mayas sobre matemáticas, astronomía, geometría y acústica.
Miles de personas asisten a este momento mágico durante los equinoccios de primavera y otoño, cuando Kukulcán el dios serpiente emplumada desciende por la escalinata. Chichén-Itzá es uno de los lugares que debería visitarse por lo menos una vez en la vida.
Entrar en la ciudad de Chichén-Itzá es como viajar en el tiempo y descubrir este paraje de ensueño entre la cultura y la astronomía, entre las deidades y la naturaleza, la arquitectura y las matemáticas, es viajar siglos atrás entre monumentos inconcebibles, el Juego de Pelota, el Cenote Sagrado, el dios Chaac, la Casa de las Monjas, la Serpiente Emplumada, pero también es viajar a las estrellas desde el caracol, nombre dado por los españoles a este exacto y majestuoso observatorio maya, conocer los ciclos de Venus, el Tzolkin o calendario sagrado, el Haab o ciclo solar, la cuenta larga de 5200 años o la cuenta de los señores de la noche de 9 días, nos encontraremos entre ciclos astronómicos y observaciones matemáticas, entre deidades poderosas y mitos enigmáticos, entre la cultura y el tiempo, entre la vida y la muerte, esto es Chichén-Itzá, esto es México y esto es tuyo.
Todos los que han vivido en el Mayab, han oído el dulce nombre de la Princesa Sac-Nicté, que quiere decir: Blanca Flor. Ella era como la luna apacible y alta que a todo mira con tranquilo amor; como la luna que se baña en el agua quieta, en la que todos pueden beber su luz. Y era por eso la flor que florece en el mes de Moan, la alegría y el perfume del campo; el color para los ojos, la suavidad para las manos, la canción para los oídos, y, para los corazones, el amor.